¿Eres un cliente ideal para los bancos?

Si te identificas en alguna de las siguientes actitudes debes saber que eres un cliente ideal para la banca al tiempo que debes replantear un cambio en tu actitud, pues mientras eres el cliente ideal para tu banco, en el mejor de los casos, no lograrás ganar dinero con tu dinero (en el peor hablamos de preferentes y cosas similares). 

Pensar que «fulanito el del banco» juega a nuestro favor, es como pensar que nuestro gato no tocará ni un ápice del plato de comida que dejemos encima de la encimera de la cocina. Debemos ser conscientes de todo aquello que tenemos contratado con nuestro banco, de sus condiciones y, muy especialmente, de las comisiones que nos cobran, pues no hacerlo, supondrá ser un cliente ideal para el banco.

Un cliente que no rechistará ante una comisión, que no protestará ante cobros indebidos y que acudirá raudo a cualquier llamada de su «fulanito» para contratar un nuevo producto «garantizado», tan ansiado por muchos clientes, pero que no nos hará sino perder dinero en el largo plazo (te aconsejo la lectura del artículo «por qué no debes contratar un producto garantizado«).

Cómo saber si eres un cliente ideal para la banca

Hay claras actitudes que nos convertirán en clientes ideales para los bancos. Si te sientes identificado con alguna de esas actitudes, no lo dudes: da un giro de 180 grados a la relación que mantienes con tu banco y empieza a ser infiel.

¿Sabes cómo se llama la cuenta que tienes contratada?

Si no sabes ni el nombre de tu cuenta, empezamos mal. Debes saber cuál es el producto que tienes contratada y, al menos, sus principales rasgos. ¿Te remunera el dinero? Si es así, qué importe te remunera y a qué tipo de interés. No es lo mismo una cuenta que te remunera sin límite al 2%, que una que solo remunera los primeros 15.000 euros al 3%.

Además de conocer las características de tu cuenta, debes ser consciente de cuál es la vinculación que tu banco te exige. Es muy difícil, hoy por hoy, encontrar una cuenta que no te exija domiciliar un número mínimo de recibos, tener una tarjeta de débito y otra de crédito… Es necesario que seamos muy conscientes de los productos que debemos contratar, de su coste y del uso mínimo que les debemos dar (el Santander, por ejemplo, exige un número mínimo de operaciones con tarjeta al trimestre).

¿La palabra «garantizado» te seduce?

Si oyes la palabra garantizado y piensas que eres un lince por invertir tu dinero sin perder dinero, todos los bancos te querrán como cliente. Más arriba te recomendaba la lectura del artículo «por qué no debes contratar un producto garantizado» y es que ese tipo de productos son los ideales para los bancos. La venta de un «garantizado», implica que tu dinero estará «secuestrado» por el banco durante un periodo más o menos largo de tiempo.

En ese periodo apenas recibirás rentabilidad por tus euros (el precio de la garantía es perder margen de beneficio), pero el banco sí lo usará para otras operaciones. Al final del periodo recibirás tu capital más una pequeña propina, pero claro, por el camino no habrás dejado de pagar comisiones (esas nunca faltan en los bancos) y si calculas el efecto de la inflación sobre tu dinero, habrás perdido poder adquisitivo.

«A mi es que el dinero me da igual» y frases similares

¿De verdad? ¿En serio? Creo que esa expresión es una de las más hipócritas que se pueden decir (y en estas Navidades de 2016 la he oído más de una y más de dos veces. Si el dinero diese igual, ¿por qué nos levantamos antes del alba y nos pasamos buena parte del día trabajando? Tu trabajo te gustará más o menos, te lo pasarás mejor o peor en tus jornadas laborales… pero no trabajamos gratis.

Trabajamos para ganar dinero, para poder vivir lo mejor posible y porque, no nos engañemos, vivimos en un mundo capitalista. Piensa el esfuerzo que te exige cada día de trabajo… ¿no se merece el fruto de ese esfuerzo ser cuidado y mimado como si fuera un hijo? Y sí, eso implica reclamar ante gastos mal cobrados, enterarse de lo que contratamos y de lo que nos intentan vender, no confiar en comerciales que solo buscan engordar su cuenta de ventas al final de mes…

No reclamas porque te da pereza

Si, es cierto, reclamar es un rollo absoluto, pero es necesario. Si cualquier empresa te cobra algo que no debe y no dices nada, el negocio es ideal. No te calles ante una injusticia y en el caso de los bancos lucha por el dinero. Porque a ti no te lo regalan y pasas muchas horas al día trabajando.

Lo primero es acudir al defensor del cliente de tu entidad y si da la callada por respuesta o no te satisface su resolución, acude al Banco de España.

¿Necesitas todo lo que te vende tu banco? ¿Hay opciones más baratas?

A los bancos, como a las empresas de telefonía, les encanta vender paquetes. Es obligatorio dedicar unos minutos a comparar lo que te dan y lo que te quitan. El ejemplo más claro son los productos vinculados a una hipoteca. Hace unos años, era obligatorio contratarlos, pero ahora, afortunadamente, tenemos la posibilidad de contratarlos con cualquier otra entidad.

Por tanto, coge papel y lápiz y haz cálculos. Si buscas, es factible encontrar un producto con las mismas características, pero cuyo precio compense el beneficio con el que tu banco te ha promocionado su contratación.

¿Revisas tus extractos de cuenta?

Ya lo recibas en formato papel o lo consultes en formato digital, dedica un rato cada semana a revisar que los cargos que te llegan son los correctos. Puede haber comisiones de tu banco o recibos mal girados o duplicados. Trabajas muchas horas a la semana como para ir regalando tus euros alegremente.

¿Cómo sacar ventaja a la relación con tu banco?

La única forma de ganar esta partida es ser muy consciente de la forma en la que gestionamos nuestro dinero y ser infiel a nuestro banco de cabecera. No pasa nada por tener nuestro dinero distribuido en varias cuentas y por usas cada entidad para aquello que más nos conviene.

Puedes tener tus acciones depositadas en una entidad bancaria, usar otro banco para tener tu fondo de emergencia y una tercera entidad con la que tener contrata tu hipoteca y el dinero del día a día. A día de hoy, la oferta bancaria es tan amplía y variada, que es imposible no encontrar diferencias sustanciales de una entidad a otra. El problema es que si estamos en una entidad en la que tenemos absolutamente todo, lo que podemos ganar en un producto, lo podemos perder creces.

La tarea no es fácil, exige esfuerzo y dedicar un tiempo a comparar, a poner negro sobre blanco las cuentas (es la única forma de ver realmente qué tenemos, qué obtenemos y cuánto nos cuesta) de nuestra economía doméstica y sobre todo TOMAR DECISIONES. Que no nos tiemble el pulso si mañana vamos a un banco y decimos: «quiero cancelar mi cuenta».